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Una noche de primavera…

Hoy… Sin nada que me inquiete, sin nadie que me moleste, en el espacio donde me transporto hacia mí misma, al ritmo del Sonido Level tan único, onírico y celestial, abro mi armario y…

Esta noche… Los pantalones nuevos. Oh, sí, por supuesto… Me los regalaste hace dos días, solo los has catado una vez y… casi me los arrancas del tirón…

Te echo de menos…

Pantalones negros de vinilo ceñidísimos, encajados a mi cuerpo como un guante hecho a mi justa medida, bajos de cintura y hasta encima de los tobillos, donde se inicia una apertura en los dos lados de la pierna y unas tiras entrelazándose trepan hasta casi alcanzar la rodilla. Son una pasada. ¡Sexys! Y gustosos al tacto.

Arriba, me encajo el corsé reversible negro y rojo, esta vez escojo el lado del mismo color que el pantalón. No pueden faltar los zapatos de tacón. Maquillaje natural, colorete, ojos, labios del color de la sangre… Mmm…

No estás… ¿vendrás…? Sí… Sí, vendrás. Y para mí antes de lo esperado…

Abro la carpeta de los Remixes. ¡Sí, señora! Musicón…

Suena uno de mis remixes favoritos del mítico y tremendo temazo Profondo Rosso y mis oídos son seducidos por cada melodía, conquistándome al instante e invadiéndome como un veneno hechicero, una pócima que no solo me alivia, sino que me traslada a otro lugar, al mío, al de mi despertar, al del bailoteo de mis dedos dándole a la tecla y al de mis caderas zarandeándose sin poderlo remediar. Me empapo de sonidos profundos y bien compaginados, los escucho todos juntos y por separado, disfruto de mi particular viaje con el corazón palpitante y un subidón tan particular que a punto estoy de subirme por las paredes… No… Mejor me subo a la mesa.

Bailo… Bailo como una posesa, como cuando tenía veinte años, como siempre, a mi manera, saboreando esa música que tanto me inspira. Sigo extasiándome con más melodías de las que me embrujan, mi cuerpo entero se acopla a cada sonido y al compás de Guitar Spell, Are am Eye, The Orange Theme, Age of LoveNew Year’s Day, Alice, Blue Monday, Enjoy the Silence, Eisbär, Personal Jesus… levito sola en mi mundo íntimo. ¡Menudo subidón!

Continúo bailando…

Me embriago de unas melodías que culminan mi deseo con un electrorgasmo glorioso, tan íntimo como intenso. Sí, un orgasmo musical, como lo llamo yo…

Tus manos me sorprenden ubicándose en mi cintura sin previo aviso y mi cuerpo no cesa de moverse al ritmo de la música que envuelve toda la atmósfera que me rodea. Mis caderas bambolean. Siento tu presencia detrás de mí. Me aprietas contra tu cuerpo, me besas en el cuello originando ese cosquilleo que me mata de excitación. Embrujados por el deseo, nos movemos juntos con ondulaciones eróticas. Mi culo se acopla a tu pubis, tus manos me palpan entera, noto cuánto te provoca el tacto de la ropa que llevo.

Te gusta… Lo sé…

Te excita… Lo sé… Te enciendes… Sí, te quiero así… Te quiero salvaje y ardiente.

Después de manosearme, besarme y ensalivarme por detrás, decides darme la vuelta y probar mi boca. Me besas, muerdes mis finos labios, que te esperan húmedos y ardorosos, e iniciamos una lánguida danza de lenguas tan exquisita y sabrosa, como fiera y efusiva, que nos emborracha y exalta. Te meto mano, me arrojas contra la pared. Tus manos vuelven a viajar por toda mi silueta, jadeo y jadeo, nos besamos con descaro, como si fuéramos a absorbernos, a consumirnos. Sin pensártelo más decides desabrochar la cremallera de la prenda que enfunda mi torso y me la quitas de un tirón. Aquí estoy, al descubierto, toda para ti. Tus dos objetivos lascivos me observan con detenimiento. Te lanzo una mirada lúbrica. Sonríes…

Te abalanzas sobre mis pechos y los degustas con furia, jugueteas con los pezones, los muerdes, los succionas, a la vez que tus manos se recrean con el tacto de la carne hinchada y expectante que saborean. Tu boca baja lamiéndome hasta llegar al vientre, se me estremece toda la piel, me estás empapando. Has llegado a mi espacio íntimo. ¡Joder!

¡Quítame los pantalones, ya! ¡Sí! ¡Fuera! El tanga negro de tul transparente con algún bordado deja entrever mi pubis y parte de mi sexo abierto y abultado de tanta excitación. Tu cara desprende vicio y ferocidad. ¡Quieres devorarme!

Me voy a dejar…

Te cojo del brazo y te siento en las escaleras del salón. Quieto ahí. ¡Quítame las bragas! Subo los escalones precisos para quedarme sobre tu cabeza, abro mis piernas y te planto mi sexo en la boca. Tu lengua retoza entre toda la carne brindada ante ella. Corretea y serpentea como un niño en un jardín de recreo, degusta mis labios carnosos, juguetea con el clítoris, a estas alturas transformado en una enorme bola hinchada, sensible y endurecida. La lengua decide entrar en mi vagina hambrienta y la saborea en profundidad. Succionas, lames, acaricias y gozas del placer que te produce volverme tan loca. No tarda en invadirme un orgasmo poderoso y lánguido que me provoca gritar. No… ¡Bramar!, sin pensar en absolutamente nada…

Desciendo tres escalones y me coloco a tu misma altura, te beso, me impregno de mis propios fluidos. Mis labios bajan por tu cuello. Te quito la camiseta. Exploro tu torso, lamo, beso, acaricio, muerdo y paladeo cada parte de ti que deseo.

Pantalones y calzoncillos… ¡Adiós! Pene inhiesto y dispuesto… ¡Hola!

Mi mano agarra tu sexo duro y excitado. Lo manoseo, lo agito arriba y abajo, dándote un gozo que te provoca emitir sonidos guturales salvajes. La lengua que te desea revolotea por tu capullo agigantado y caliente, lo lamo, lo acaricio y lo rodeo, cosquilleándote, lo introduzco en mi boca y comienzo a succionar con atrevimiento, al ritmo de la música que sigue sonando de fondo. Hago bailar a tu pene erguido, arriba y abajo, jugando a la vez con la lengua, manoseándote con la otra mano. Y tú gimes y gimes, tus gritos bárbaros me penetran y me encienden todavía más.

Abro las piernas y me coloco sobre tu pubis. Al ritmo del tremendo y melódico temazo perfecto para bailarte encima, Es imposible no puede ser, comienzo a danzarte, dando golpes de cadera al compás del piano y de cada uno de los sonidos que te va dejando descubrir poco a poco esta legendaria canción levelona.

«¡Oh, sí!», grito de nuevo.

Después de un buen rato bailando encima de ti, decides levantarte. Me coges en volandas, yo me agarro con fuerza a tu cuello; una, dos, tres, cuatro, y cinco embestidas de pie. Floto, casi levito… Me sientas sobre el brazo del sillón alto y atacas mi interior con el nervio de un remolino, yo acoplo mis caderas a tus movimientos y gozo de tus hincadas bravas y apasionadas…

Tras unas cuantas acometidas en esa posición, ya no puedes más y sales de mi interior. Me besas, me manoseas de nuevo y me das la vuelta, recorres mi espalda con los labios, saboreas mi nuca, tus manos se posan en mi vientre y suben hasta los pechos, los manosean de nuevo, a la vez que yo te agarro bien el culo como puedo y te aprieto más hacia mí. Tu sexo perverso y hambriento culebrea entre mis piernas para introducirse de nuevo en mi interior. Inclinas mi cuerpo y yo te regalo mis nalgas, todas para ti. Las palpas, las gozas. La culebra entra dentro de la cueva y la explora sabia y briosa. Me agarras del pelo…

«¡Sí!», vuelvo a gritar.

El ambiente ahora nos regala un remix increíble del gran temazo Carry you de VNV Nation. Me empotras desde atrás entregado, exaltado, noto tus osadas embestidas en mi vagina, regalándome un placer que me extasía. Tu pene se aloja dentro de mí sin darme tregua, a la vez que tus manos agarran fuerte la carne de mis caderas. Acoplamos nuestros movimientos, nos encajamos al ritmo de la música, bailamos, follamos, follamos, bailamos, gemimos, gritamos. Vuelves a agarrarme del pelo.

«Oh, sí…» Gimo, grito, bramo y finalmente aúllo, cuando me atrapa el gigantesco placer de otro orgasmo celestial.

Convulsiono…

Todavía no has llegado… Sigue sonando la música de fondo… Te espero… No me he quitado la ropa…

 

 

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Solo me queda darte las gracias por leerme.

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