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Tuerto, con la soga al cuello, en libertad

No hace mucho, por los lares de la virtualidad y gracias a mi querido Josh, descubrí a Tuerto, una persona que me dejó fascinada al instante.

Lo primero que vi de él fue una foto de Agustín Tentesion en la que aparecía un hombre rapado, tatuado y desnudo, de perfil, casi en posición fetal, haciéndose una autofelación.

No hace mucho, por los lares de la virtualidad y gracias a mi querido Josh, descubrí a Tuerto, una persona que me dejó fascinada al instante.

Lo primero que vi de él fue una foto de Agustín Tentesion en la que aparecía un hombre rapado, tatuado y desnudo, de perfil, casi en posición fetal, haciéndose una autofelación.

Me sorprendió la flexibilidad de dicho ser humano para alcanzar su propio pene con la boca y también me llamó la atención su aspecto, mejor dicho, su rostro. En un principio, pensé que el dibujo marino de su cara era maquillaje, pero al indagar más sobre él, averigüé que el mar que adorna su piel es un tatuaje brutal. Se extiende hasta sus orejas.

Le di al «me gusta»  en la foto, la compartí, me puse a observar otras de tantas fotos que había por la red y leí una entrevista que le habían hecho. Flipé con su historia.

Es tuerto, sí. Pero por voluntad propia, él mismo se pinchó el ojo. Alucinante, ¿no?

Aquí podéis leer la entrevista: Entrevista a Tuerto en Zonatattoos.com

Y como son las cosas a veces en Internet, al día siguiente, mi querido Tuerto comenzó a seguirme en Twitter, y luego nos encontramos también por Facebook. Desde entonces, hemos charlado por privado varias veces y solo puedo decir que me parece un hombre increíble al que, sin duda, me encantaría conocer en persona algún día.

Tuerto se define como hombre libre. Se muestra tal cual es y, en muchas ocasiones, o más bien casi siempre, desnudo, literalmente hablando, sin sal ni condimentos, como él me dijo el día que nos conocimos. Aunque yo creo que algo de sal debe de haber en ese mar que ocupa su rostro. Es un sátiro sin contenciones y un tío franco, de esos de verdad, al menos, eso es lo que a mí me parece, aunque no lo conozca en persona.

Hace un par de meses, decidió hacer lo que muchos llamarían «locura», una experimentación de sus sentidos. No era la primera vez que se lanzaba a hacer algo así: colgarse de una soga.

Sí, se le va la olla, pero es que cada uno hace lo que le da la gana y los locos, suelen ser los más cuerdos en este mundo lleno de prejuicios, donde se dice que hay que ser «normal». Y yo me pregunto: ¿qué es ser normal?

El experimento del ahorcamiento, por supuesto, no lo hizo él solito, si no, dudo que siguiera entre nosotros. El equipo estaba formado por Tuerto, el protagonista, Bucharaya y Cristóbal Trujillo, como ayudantes y reporteros. No hace falta decir que se ahorcó desnudo.

Antes de poneros el vídeo, os copio las palabras con las que él explica su experiencia:

«¿Qué saco yo de la horca? ¿Para qué me sirve? Resumiendo: libertad y sabiduría. Y buenas fotos.

Mi primer ahorcamiento fue suspensión incompleta (de puntillas). Me desmayé a los pocos segundos, como la segunda vez (suspensión completa). No se necesitan muchos kilos para desmayarse y perder el dolor y la vida.

Tengo agujetas en el cuello, de esta segunda vez. Y una zona de la oreja izquierda dormida. Nada más que declarar, señores: ese equipaje llevo de este ahorcamiento.

La primera vez, me ahorcaron.

En la segunda ocasión, yo me colgué desde un peldaño. Ambas veces, las convulsiones aparecieron pronto, a los pocos segundos, tras el desmayo.

Para la primera: un hombre y yo, sin fotos. Para esta segunda: dos hombres, más fotos y vídeos.

El dolor fue leve en el primero, pues la cuerda se ató por un experto, en varias vueltas. En el segundo, dolor soportable, pues era una sola vuelta de soga no gruesa. Dolor por apretar la soga la piel, no por otras razones.

Tras el desmayo, sueño, en ambos casos. Sueños agradables, y lo normal de un día cualquiera. Nada místico, señores; no vi a la puta Virgen. En el primer caso, mi compañero me despertó; él, cabreado y temeroso. Le pregunté que quién era él. Tardé unos segundos en saber lo que pasaba. Me sentía como en mi cama, con un extraño al lado. En el segundo caso, parecido, pero tardando menos en saber todo, sonriendo, y preguntando por las fotos.

¿Pasé nervios? Es bueno estar un poco nervioso, antes de la horca.

¿Sentí asfixia? Pregunta de novato. La asfixia no la notas, pues te desmayas en segundos.

¿Erección? No, son pocos segundos para ello.

¿Mareo al levantarme después? Sí, leve.

¿Atrae la horca, es adictiva? Sí, rotundamente, desde el primer momento.

¿Mucho riesgo de muerte, coma o lesión? Depende de cada cuerpo. Si el suicidio indirecto (arriesgar la vida por poca cosa) no estuviera mal visto, grandes deportistas de la soga nos demostrarían cuán fuerte es un cuerpo sano y trabajado. Nunca lo sabremos: vamos marcha atrás gracias a la moral (y las leyes) de nuestros señores.

¿Se siente uno alegre y lleno tras varios segundos de horca? Sí, se recuerda bonito. La sonrisa sale fácil. Por tanto, ¿recomienda usted, amable Tuertillo, este deporte de riesgo a todos? Jamás. Tampoco recomiendo pincharse un ojo, aunque yo lo hice.

¿Debería estar este deporte entre las otras acciones del mundillo mod? Sí, sin duda. Pero no pienso que haya cojones para hacerlo moda. Y nada se necesita, nada debes comprar. Cualquiera dispone de una soga u otro elemento que haga el avío. Es gratis, no hay negocio. Por tanto, ¿para qué hacerlo moda? ¿Quién ganaría un real?

¿Sé yo ahora más, tras dos horcas, que antes de ello? Sí. Me río de ciertos mitos y miedos. Nos gobiernan con miedos, y no buscamos razones. Pero yo soy un libertino de pura sangre. No me molan los cuentos, excepto si me los escribo yo».

No creo que haya mucho más que decir por mi parte sobre el ahorcamiento, él lo dice todo. Yo diría: con la soga al cuello, en libertad. Haciendo lo que le apetece, porque quiere y para sentir.

Bueno, sí, añado que quiere hacer una tercera horca, con vídeos y fotos, puesto que de la primera no hay y de esta segunda, ya veis que poco se puede ver.

Siempre que hablo con Tuerto, aparte de hacerme reír, descubro más sobre cómo es. Se enrolla más que yo, que ya es decir. Me ha contado muchas cosas, le encanta hablar de sí mismo y hasta le apetece que os confiese sus intimidades, como por ejemplo, que hace dos años que no folla, eso me dijo, más de setecientos días sin que la protagonista de muchas de sus fotos, sea envuelta entre el calorcito húmedo de una vagina. Y, según cuenta, ha llegado a pasar ocho años y medio de sequía coital.

Otra curiosidad que me ha contado es que ese pene que consigue alcanzar con la boca, cuando lo hace, nunca se corre. Pero como le dije yo, que llegue a mamársela él mismo, aparte de darle gustito, es una hazaña. Muchos quisieran. El tío es tan bruto, que se partió el frenillo de su miembro masturbándose en un hospital. Y, por lo visto, le ha pasado más de una vez. ¡Hay que ser bestia!

Tuerto es sincero. Le da asco la mentira. Según él, mentir es un trabajo sobrehumano y no tiene tanta memoria. Y, claro, no liga, porque es lo normal en un necio sincero, palabras textuales. Le gusta enamorarse para escribir y dice que no engaña a las mujeres, que se enamora porque él es así, enamoradizo. Que les enseña lo que escribe, palabras que le hacen sacar ellas, al quererlo, o creer él que lo quieren. Que se enamora, escribe, y es feliz (escribiendo). Se desenamora, escribe menos, y sufre mucho (escribiendo).

Mi querido amigo del mar en el rostro, es un hombre culto con quien se puede charlar de muchos temas y que además escribe, aunque, según él, no es escritor. Hace mucho que no publica pero ahí está lo que escribió: 200 gracias y Ajo.

Volviendo a palabras textuales del protagonista de mi escrito de hoy, dice: «vosotros sois mi meta. Y llego a ella siempre». Quizá no llegue a todo el mundo, porque ya sabemos en qué clase de sociedad vivimos, pero a quien le llega, le llega de verdad, por lo menos es lo que a mí me ha pasado.

Estoy más que segura de que, con su aspecto, ha tenido que encontrarse y experimentar situaciones en las que los prejuicios de los demás han hecho que se aparten o hablen mal de él. Y estoy más que segura, también, de que le importa un carajo. Yo lo admiro. Su filosofía y modo de vida no es para cualquiera.

Podría seguir y seguir contándoos más cosas sobre este loco cuerdo, que me hace pasar ratos muy agradables con nuestras conversaciones, pero no acabaría nunca esta entrada, así que sin más que decir, os invito a descubrirlo, creo que no hay muchos como él en este mundo.

Aquí lo dejo. Y ya que estoy, le haré un poco más de promoción. Tuerto está abierto a que le hagan fotos de todo tipo de temas, porno incluido. Y gratis.

Lo podéis encontrar en Twitter: @_Tuerto

Algunos más de mis delirios


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Solo me queda darte las gracias por leerme.


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