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Pensamientos de Lady Lorena, la Vikinga

 
 

En algún momento del año 2015


 

Siempre he sido una radical. No tengo término medio. O blanco o negro. O me tomas o me dejas. O te caigo de puta madre o no me soportas. Es lo que hay. Y, como siempre digo: a quien no le guste, dos piedras.


Exactamente, Vikinga. Eres una radical del carajo. Como bien dices, o blanco o negro.


Sí. Pero lo que es la puta vida, cojones, no hace mucho he aprendido que el gris existe. Yo, que soy tan bestia, como me dicen siempre las Ladies, yo, Lo… La Vikinga, la pirata Anne Bonny de Markus, ahora resulta que, con la edad y la experiencia, digo yo, he conocido el puto color gris. ¡Manda huevos!


¡Manda huevos, Lo! Pero ya era hora, ¿no?


¡Cállate! Siempre me ha ido muy bien entre el blanco y el negro. Toda mi vida he sido radical en mis actos, decisiones y pensamientos, por no mencionar mi forma directa y deslenguada de hablar. Quien me conoce sabe bien cómo soy, que tengo una gran bocaza sin pelos en la lengua y no me disculpo por ello. Y quien me conoce sabe, también, que tengo recursos para transformarme en una «persona formal». Soy directa, digo tacos y lo que pienso, sin importarme un carajo lo que opinen de mí, siempre he sido así, «qué bruta eres, Lorena» es la frase favorita de Pat para dirigirse a mí. Sí, digo muchas palabras feas y soy una bruta pero, a la vez, me instruí para poder ser otra cosa, si a mí me da la gana. Digo yo, que si soy gestora de proyectos, traductora e intérprete de una importante multinacional alemana y la mano derecha de mi jefe, algún recurso tendré. Sé hablar y comportarme de un modo «políticamente correcto». Pero cuando me transformo en Lorena, La Vikinga, los cojones que no tengo me cuelgan igual que a cualquier tío.

 

«¡Sí, todos mis principios, mis decisiones y mi seguridad respecto a mi relación con los tíos se fueron al carajo en un rato! Y sucumbí a eso que me daba tanta alergia llamado amor»

 

¿Cuando te transformas? Perdona, Lo, siempre eres La Vikinga. Lo único que haces en el trabajo es deshacerte de las palabrotas y eres una ejecutiva sexy, eficiente y con un par de cojones, justo lo que te hace falta para moverte entre tanto tiburón.

Cojones, eso. Qué razón tienes. La esencia de una es la que es, como diría mi querida Lex. Pero te vas moldeando con el tiempo, coño, te haces a ti misma y, a veces, te adaptas a los demás, a quien tú quieres, remarco, al menos eso he intentado yo toda mi vida. Y no hay que olvidarse de que la capa de hormigón que te protege se va haciendo más gruesa a lo largo del tiempo y con las hostias de la vida.

Sí, vale, algo me he ablandado, joder.

¿Ablandado? ¡Cojones, Lorena! Utiliza otra palabra, nena, que tienes recursos más que suficientes para expresar lo que te ha pasado, zorrón.

No… No. Es que no quieres utilizar esa palabra. ¡Perraca! ¡No quieres! ¡Cómo eres, jodida! Pues jódete, tía, jódete, porque ablandado no es la palabra…

¿Te quedas callada?

 

Soy una puta roca, no voy a decir que estoy enamorada. No estoy enamorada. Solo me ha atrapado una situación. Estoy lidiando con ella, ¡Soy Lorena, La Vikinga, joder! Mi melena rojiza es mi escudo. Yo sé cómo lidiar conmigo. ¡Déjame en paz, coño!

Pero si no he dicho nada, Vikinga. No te cabrees.

Desde que era una cría tomé una decisión respecto a los hombres y me mantuve firme a ella durante mucho tiempo. Hasta que me rompí... Cojones, si me rompí, partí en putos pedazos mis principios y los esparcí por aquel piso de estudiantes en el que vivía con Lex, en la ciudad donde compartimos universidad, aventuras y muchas cosas más. ¡Sí, todos mis principios, mis decisiones y mi seguridad respecto a mi relación con los tíos se fueron al carajo en un rato! Y sucumbí a eso que me daba tanta alergia llamado amor. ¡Me cago en la puta! Yo, sí, yo… La Vikinga que pasaba de atarse a ningún tío y todavía más de enamorarse.

Es que no se puede ser una roca toda la vida, Lorena, además, eras muy joven.

Sí. Muy joven. Demasiado para él. Porque, encima, no me enamoré del chico guapo de la clase, no…

«Lo sé. Y es que a mí me iban los tíos mayores. Aquello era demasiado pipiolo para mi gusto, total, yo iba a follar, por lo tanto, cuanto más pureta, más iba a aprender. Así acabé… ¡Qué capulla!»

¿Chico…? ¿Guapo…? ¿En un aula de Traducción e Interpretación? ¿Qué has dicho, Vikinga?

Joder, es verdad. A lo sumo, habría tres tíos en un aula, al lado de cuarenta tías histéricas por el profesor de alemán, que estaba buenísimo y era mega chupi simpático y agradable. ¡Por favor! ¡Qué pavas y empalagosas, cojones! ¡No había tía en la facultad, aparte de Lex, un par más y yo, quien no soñara con que el profe de alemán le diera un meneo y le hiciera un hijo! ¡La madre que las parió, qué plomazos!

Plomazos, eso. Muy, muy plomazos. Y… ¿Chicos guapos en la facultad? No hagas que me descojone, por favor.

Eso. Lo de guapos dependería del gusto de cada una, yo no vi más que uno o dos aprovechables, pero a ninguno le hice ni puto caso, vamos. Nos hicimos amigos, eso sí. Los hombres y yo nos llevamos muy bien.

Sí, muy bien. Aparte de las Ladies, tus mejores amigos siempre han sido tíos. Te pareces demasiado a ellos, nena.

Ya lo sé. Lo sé. Y es que a mí me iban los tíos mayores. Aquello era demasiado pipiolo para mi gusto, total, yo iba a follar, por lo tanto, cuanto más pureta, más iba a aprender. Así acabé… ¡Qué capulla!

Lo de Markus fue lo que fue y siempre será, Lo. La cicatriz ya es dura, a estas alturas ya nunca se abre, pero siempre estará ahí. ¡Jódete, Lorena! Debes vivir con ello forever and ever, como diría Lex. El único camino es aceptarlo, sin culpa.

¡Los cojones! ¿Sin culpa? ¡Eso es imposible! Completamente asesinada por mí misma, me autoresucité… Como pude.

No, darling, no te autoresucitaste. Tu amiga Alexia te inyectó su pócima mágica tendiéndote su mano amiga. Se te llevó a Irlanda un año entero, nena. Gracias a ella, al par de cojones que no tienes llamados ovarios y a alejarte de todo, conseguiste autoresucitarte. Y a medias, remárcalo. Porque la vuelta a la realidad fue dura y muy larga.

¡Me cago en la puta! Sí, lo fue… Muy dura y muy larga.

Bet, tu amiga, la Pija, a pesar de estar ya medio agilipollada gracias al desgraciado de Iván, no había día que no te llamara para charlar un rato, tan sutil como es ella, sin sacar el tema en ningún momento, pero haciéndote saber que podías hablar de ello, si querías. También, tu querida Pau, la Científica, tan  borde y seca, tan hermética con sus sentimientos como tú, solo con la mirada te daba a entender cuánto te comprendía y que si necesitabas una charla fría, con monosílabos o pocas palabras emotivas, ahí estaba ella. Y Pat, tu lady Ninfa, otra de tus grandes amigas, tan madre y reina del cuidado personal como de costumbre, no permitió que te abandonaras en ningún momento. Te obligaba a arreglarte, a seguir siendo la femme fatale del aquelarre y te llamaba cada día solo para preguntar cómo te había ido. ¡Menudas! Ah, y no te dejes a Alexia, nena, la lady Energética. ¡La muy jodida! Ella, viviendo contigo, te detectaba con la mirada, no necesitaba más, colocaba su hombro, si era lo que te hacía falta, te daba dos hostiones con cuatro palabras, si lo necesitabas, te preparaba el café cuando te costaba levantarte, te sacaba por ahí a tomar unas cervezas y hacía de todo para arrancarte las palabras de las putas entrañas, y si no lo conseguía, la muy perra, sabía decirte cómo te sentías.

¡Jodida Alexia, la madre que la parió! Qué bruja es. Cuánto sabe. Cuánto nos conoce a todas. Las Ladies nunca fallan. Siempre están ahí. Todas.

Son tu familia. En aquel momento te hicieron de cojín, fueron tu calor. Porque por muy independiente que seas, nena, sin ellas te falta algo.

Sí. Me faltan mis confidentes. Mis compañeras fieles . Y no quiero nada más.

¡Y un cojón, darling! Eso es lo que tú te empeñas en no sacar de tu tarro. Te volviste a blindar, eso lo sabemos de sobra. Pero la vida, si no la palmas, nena, es más larga y aunque te dedicaste a follar y a follar como en el pasado, Caperucita conoció al Lobo.

¡Me cago en la puta! ¡Me cago en la puta! ¡Y me cago en la puta! Con lo bien que me iba a mí antes de conocerlo.

¿Qué piensas hacer, darling?

¡No quiero pensar en lo que quiero hacer! No quiero tomar una decisión. Solo sé que de repente, he conocido el puto color gris. ¡Manda huevos!


 
 

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Solo me queda darte las gracias por leerme.


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